Viernes, 14 Diciembre 2012 10:46

Las fuentes de agua pública y los aguadores Destacado

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AguadorEl oficio de aguador fue muy importante para todos los andaluces.


Nadie ha descrito ese oficio como Cervantes en La ilustre fregona, ni pintado a uno de ellos como Velázquez en El aguador de Sevilla (1620):
En la provincia de Córdoba, que siempre ha estado muy ligada al concepto del agua, por su clima y por las influencias culturales que nos dejaron los árabes, el aguador fue una figura típica y necesaria hasta mediados del siglo XX, cuando comenzaron a implantarse las actuales redes de abastecimiento de agua potable. Las ciudades de antes tenían fuentes públicas adosadas a muros y decoradas con vistosas decoraciones, como las ubicadas en Priego de Córdoba, que proporcionaban agua a los cansados viandantes para beber.

Otras, en cambio, por ejemplo Montilla, poseían estas estructuras hidráulicas distribuidas por su extrarradio urbano y sus zonas rurales. Todas ellas proveían a las familias más humildes que no disponían de agua en sus casas. Alguna fuente siempre solía quedar cerca de la puerta de acceso principal a la ciudad, donde se aglomeraban los viajeros recién llegados. El agua pública fue también objeto de pequeño comercio, ya que innumerables aguadores recorrían las calles con el tintineo de sus vasos metálicos, transportando el preciado líquido en odres de cuero. Ofrecían a voces la bebida en las tardes de calor para vender su mercancía por unas monedas. La figura del aguador ambulante y vocinglero, nos ha sido familiar hasta hace algunas décadas, al menos por las tierras de Andalucía. Los aguadores llevaban el agua cristalina desde las fuentes a las casas, transportándola en borriquillos o carros, aún en plena transición democrática española.

Burro AguadorEl cometido de los antiguos aguadores montillanos era llevar el agua en cubas o cántaros desde las fuentes públicas a los domicilios de los vecinos que se la encargaban, pagándoles por ello un dinero con el cual sobrevivían dignamente. Las familias más pudientes, como los nobles, eclesiásticos, etc., tenían sus propias fuentes, aljibes o pozos en los patios de sus casas. Los más necesitados tenían que surtirse de agua por sí mismos o bien por medio del aguador.


Los aguadores tenían que ser hombres fuertes para poder desempeñar su trabajo, considerado como muy sufrido, sobre todo en verano, ya que no sólo tenían que subir sus cántaros a casas ubicadas monte arriba de la fuente, sino que además llegaron a colaborar, con su viaje lleno de agua, en la extinción algún incendio. Por otro lado, las fuentes públicas fueron también lugares donde llegaban todo tipo de noticias: comentarios, críticas, difamaciones, etc. Con las actuales conducciones de agua en las viviendas terminó el tradicional oficio de los aguadores de borrico/carro y cántaro. En cuanto a los últimos aguadores de Montilla, los más conocidos fueron José Reinoso, Frasquito “el de la lotería” y Pepe Moreno, quienes iban con carrillos de mano vendiendo el agua que contenían en unos seis cántaros. Algunas de las fuentes cercanas a Montilla, de donde los aguadores pudieron haber obtenido su materia prima, fueron:

fuente Nueva, El Álamo, de la Higuera, de Santa María y de La Flauta. “Sirva este artículo para recordarlos”

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