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Los oficios del barro en Montilla
Los antiguos alfares-obradores La elaboración del barro La fabricación de materiales cerámicos destinados a la construcción,como por ejemplo ladrillos y tejas, o a la industria, sobre todo tinajas donde se almacenaban el vino y el aceite de oliva elaborados en lagares y almazaras respectivamente, representó desde tiempos pasados un buen oficio para muchos montillanos, una profesión que se potenció con el crecimiento urbanÃstico de la ciudad y el desarrollo agrario del municipio.
Generalmente, la materia prima se buscaba en lugares próximos a un obrador o alfar, pudiendo quedar situada en una ladera o en suelos llanos. Una vez localizada ésta, en primer lugar, era necesario elegir la veta de arcilla, quitando “la flor de la tierraâ€, es decir, sus primeras capas. La extracción se hacÃa con pico y pala y a cielo descubierto. La recogida de la tierra se solÃa realizar, sobre todo, durante cada primavera, cuyo volumen era luego trasladado hacia el alfar con mulas y carros. Por ello, resulta de gran importancia recordar la riqueza y tradición en las artes del barro que tuvo Montilla. Desde los albores de la Edad Moderna, se produjo una creciente actividad extractiva de las arcillas concentradas en los abundantes alfares localizados por toda la campiña cordobesa.
Las fuentes de agua pública y los aguadores
El oficio de aguador fue muy importante para todos los andaluces.
Nadie ha descrito ese oficio como Cervantes en La ilustre fregona, ni pintado a uno de ellos como Velázquez en El aguador de Sevilla (1620):
En la provincia de Córdoba, que siempre ha estado muy ligada al concepto del agua, por su clima y por las influencias culturales que nos dejaron los árabes, el aguador fue una figura tÃpica y necesaria hasta mediados del siglo XX, cuando comenzaron a implantarse las actuales redes de abastecimiento de agua potable. Las ciudades de antes tenÃan fuentes públicas adosadas a muros y decoradas con vistosas decoraciones, como las ubicadas en Priego de Córdoba, que proporcionaban agua a los cansados viandantes para beber.
Enrique de Alvear y Ward
Cuarto hijo del matrimonio de Don Diego de Alvear y Ponce de León y Luisa Ward. Nació el 17 de Noviembre de 1813 en San Fernando (entonces llamada Isa de León) en la provincia de Cadiz. Estudió la carrera de leyes que nunca ejerció ya que su verdadera vocación eran la historia y las ciencias naturales. Fue, sin lugar a dudas, el más culto de los hermanos Alvear y Ward. A él se debe la base de la biblioteca que poseyó el Conde de la Cortina y casi todas la antiguedades que sobre Montilla han llegado a nuestros dÃas.
FERNÃNDEZ DE CÓRDOBA Y AGUILAR, Gonzalo ("El Gran Capitán")
Aparece por vez primera con el grado de capitán en la toma de Antequera (1410), aunque su fama aumentó en la batalla de Loja al conseguir la plaza casi de forma incruenta. Participó en la conquista del reino de Granada, destacando su intervención en las negociaciones para la rendición. A poco, el papa Alejandro Vl solicita sus servicios para la recuperación de Ostia, en Italia, puerto que se encontraba dominado por el corsario Menalgo Guerri, impidiendo asà todo suministro de abastecimiento a Roma. El Gran Capitán acaba con la pesadilla y por esta razón es recibido en la Ciudad Eterna como lo merece un héroe. De regreso a España sofoca las revueltas de Las Alpujarras. Para entonces, Federico III le habÃa confiado los ducados de Terranova y Santángelo con todas sus tierras y fortalezas. Sin embargo, pronto serÃa requerido de nuevo en Italia. Ante el ataque turco en LombardÃa y la amenaza sobre Venecia, Fernando el Católico envÃa un ejército a cuyo frente va Gonzalo, quien forzó la huida de la escuadra turca. Prosiguen sus campañas italianas. En 1503 conquista el reino de Nápoles (batallas de Ceriñola y Garellano), pero su innata modestia le impide aceptar los homenajes mundanos que se le querÃan tributar. A partir de este momento atravesará una de las etapas más tristes y grises de su vida, debido a circunstancias ajenas a su profesión. La muerte de la reina Isabel en 1504, soberana que le dispensaba con su protección y por quien sentÃa sincero respeto, causa tan profunda impresión en su ánimo que enferma en Italia. Solicita el regreso a España, petición que reiteradamente se le deniega, en parte por el recelo que inexplicablemente despierta en el rey Fernando. El Gran Capitán cae en el desengaño. Hasta 1505 el rey no decide su relevo, y ambos viajan juntos desde Italia a España. Se retira a su casa de Loja, ciudad que le pertenecÃa por concesión real, sumido en un profundo abatimiento. Pero aún debÃa soportar otra prueba más. En 1508 recibe la noticia de que el monarca proyecta la demolición del castillo de Montilla, su ciudad natal. Vanas fueron sus súplicas por hacerle cambiar de opinión. Este nuevo gesto de humillación que sufrió supuso la ruptura definitiva con el rey, a quien siempre habÃa profesado una sincera lealtad. Enfermó gravemente en Loja, donde murió. Sus restos mortales fueron trasladados con posterioridad a la iglesia de San Jerónimo de Granada.
Florencio Luque Pérez

TenÃa un famosÃsimo muñeco, llamado "Don Baltasar", el cual sacaba todos los años al frente de su comparsa.
Florencio Luque Pérez
Don Baltasar, subido en unas andas sobre las que daba saltos y volteretas a capricho de Florencio, era la escusa perfecta para cantar coplas picantes y crÃticas, además de ser escudo para beber caldo de la tierra en abundancia. Tanta fama adquirió el "Don Baltasar" que fue llevado a Madrid por José Cobos Ruiz con la coral montillana y para hacer publicidad del vino de Cobos. Una copla decÃa: "Ya está cansado Don Baltasar / ya está cansado de trabajar / y ahora dice el muy guasón / le den dinero para jamón".
Entre las innumerables anécdotas que de él se cuentan, destaca la que ocurrió allá por los años veinte en Córdoba, durante la dictadura de Primo de Rivera, estando prohibidos los carnavales; se llevó una talla de mujer desnuda en tamaño natural y la paseó por Las Tendillas. El gobernador civil ordenó inmediatamente su detención, teniendo que ir su hijo Enrique, que era jefe de PolicÃa en Montilla, a interceder en su liberación.
Construyó un aparato con aspas para volar, el cual se colocaba sobre la espalda y se accionaba con las manos. La primera prueba casi le costó la vida. Era Ãntimo amigo de los hermanos Garnelo, de quienes utilizaba los dibujos y esculturas para hacer sus muñecos. En el lagar de su propiedad llamado de "La Tomasa" conservaba numerosos muñecos y objetos curiosos fabricados por él, relojes de sol, jaulas de múltiples formas, carros peculiares en su diseño y estructura, y animales y figuras con movimientos mecánicos y automáticos. En Córdoba ganó el primer premio en un concurso de inventos. Presentó un caballo de madera, en tamaño normal. que cuando andaba movÃa la cabeza, los ojos y la cola. Fue el que hizo las actuales puertas de madera del Ayuntamiento de Montilla y también las que hay en el Salón de Plenos. Ambas las regaló a la ciudad.
Francisco de Alvear y Gómez de la Cortina (VI Conde de la Cortina)
Aunque nació en Sevilla en 1869, se puede considerar montillano ya que sus padres estaban afincados y residÃan habitualmente en Montilla. Cursó la carrera de derecho que no ejerció. Desde muy joven se hace cargo del patrimonio familiar, que casi en su totalidad estaba en Montilla. Fue un impulsor de la industria vitivinÃcola montillana y el creador de las Bodegas Alvear en su actual régimen. Desarrolló una importante labor social, convirtiéndose a lo largo del tiempo, en mecenas montillano. Fundó el Sindicato Católico de Montilla y trabajó por el desarrollo de los demás de España, siendo nombrado presidente nacional de éstos en la década de los años veinte. Fue colaborador del establecimiento de los Salesianos en Montilla en 1899. Donó las casas para el Centro Misional y Residencial de los padres de la CompañÃa de Jesús en Montilla y el solar de la actual Iglesia de La Encarnación.
Se desprendió de la casa número seis de la calle Diego de Alvear "hoy Colegio de La Asunción", entregándola a las religiosas Esclavas Concepcionistas, en 1950, para la fundación de un centro de enseñanza, que perpetuará el nombre de su hija, Asunción de Alvear y Abaurrea, quien vivió y murió en esta casa (1897-1922). Construyó el edificio de "La Tercia" en 1921 enriqueciendo, con ello, el patrimonio arquitectónico de Montilla. Cedió a la ciudad la casa, donde viviera más de treinta años, el Inca Garcilaso de la Vega. Fue nombrado hijo adoptivo de la ciudad de Montilla y Gran Oficial de la Orden del Sol del paÃs. En 1919 fundó la publicación local "Montilla Agraria". A lo largo de su vida recopiló unas de las bibliotecas más importantes de la provincia.
Francisco Zafra Contreras
El 12 de Abril de 1911, tras las elecciones, es elegido alcalde de la ciudad, marcando un hito histórico al convertirse en el primer alcalde de talante socialista que llega a la presidencia de la corporación municipal de nuestra ciudad. En las elecciones a Diputados a Cortes de aquel mismo año obtiene el acta de diputado a las Constituyentes por la provincia de Córdoba y es nombrado miembro de la Comisión Parlamentaria del Instituto de Reforma Agraria, Vocal de la Federación de Trabajadores de la Tierra, en 1932, defendiendo varias ponencias en dicho congreso. En 1936 organizó la primera sociedad colectiva en Montilla denominada "El Alcalde" al amparo de la ley de Reforma Agraria.
El lÃder socialista y ugetista habÃa dedicado gran parte de su vida al servicio de estas organizaciones, interviniendo no sólo en actos polÃticos y sindicales, sino en acción municipal, periodÃstica y cultural. Fundó en la Casa del Pueblo de Montilla una escuela de Artes y Oficios que dejó de existir a causa de la Guerra Civil del 36. El Partido Socialista y la Unión General de Trabajadores fueron aquà en Montilla, hasta la desdichada guerra civil, la columna vertebral del socialismo de la campiña. Zafra fue el artÃfice, el propulsor y el alma de aquellas organizaciones. Su nombre irá unido a las conquistas sociales y polÃticas del movimiento obrero del primer tercio del siglo XX. Su afán de superación y el deseo de llegar al conocimiento de cuantas materias estudiaba, junto con sus sacrificios por el bien de la clase trabajadora, fueron lo que elevó la potencia organizativa de los obreros y su respeto por unas poderosas organizaciones que la guerra destruyó materialmente. Pero el espÃritu de lucha y de conquista logrados, merced al esfuerzo de aquel hombre, quedó grabado para siempre en las posteriores generaciones de seguidores montillanos.
Su recto proceder, su honrada acción de socialista no impidió que su vida fuera truncada por la incomprensión. Zafra fue, indiscutiblemente, un lÃder de las mejor de las causas; deseó, sobre todo, la libertad, la justicia, la paz y la independencia. Murió fusilado junto a otros montillanos en Baena el 25 de Julio de 1936.
José Cobos
Coautor, junto con José Jaén, de "Breve resumen de la Vida de San Francisco Solano" (1949) y "San Francisco Solano, patrono de Montilla y apóstol de Hispanoamérica" (1949); con JoaquÃn Dicenta, del poema dramático "La zarza sin espinas" (1956) ; y con Ricardo Molina, de "El vino de la verdad" (1952); ha publicado, además, "Cinco moradas de Solano" (1949), "Recortes de Prensa" (1951), "Estampa antigua de Montilla" (1953), "El escritor y su anécdota" (1954), "Montilla y Moriles en el corazón de Córdoba" (1955), "ParÃs bien vale un viaje" (1956), "Menos que nube" (1957), "Cinco montillanos olvidados" (1957), "Al correr del tiempo" (1959), "Corazón plural" (1963), "Rueda de la amistad y el recuerdo" (1983) y "Montilla, verde estrella" (1983).
José MarÃa Carretero y Novillo
Su labor literaria se centra fundamentalmente en la novela, aunque como periodista nos legó una serie de reportajes históricos de personajes y de sucesos de la Guerra Civil española de 1936, de la que fue protagonista.
Cuenta con más de un centenar de libros entre los que destacan las colecciones: "Lo que sé por mÃ", "Al servicio del pueblo" o "GalerÃa".
José Morte Molina
Junto con una pléyade de montillanos, a la que está a la cabeza como director, Dámaso Delgado López, reorganiza la segunda época de la Soiedad Económica de Amigos del PaÃs de Montilla, que tanto trabajó por nuestro pueblo, y participa en el homenaje a Calderón que la sociedad organizó con motivo del II centenario de su muerte. Se le concede el tÃtulo de administrativo de la escuela de párvulos de Montilla. Asistió al Congreso Pedagógico Nacional que se celebró en Madrid, en calidad de delegado de enseñanza de la Diputación Provincial de Córdoba y por la Junta Provincial de Instrucción Pública, representando, como portavoz, también al Magisterio Público de Montilla. Formó parte de numerosos tribunales para las oposiciones y capacitación del profesorado para la enseñanza. Una vez en posesión del tÃtulo de profesor de Ciencias de FÃsica y QuÃmica, forma parte del tribunal de estas materias en los exámenes de alumnos de segunda enseñanza y bachillerato que acuden al Instituto General y Técnico de Cabra (Córdoba). Fue nombrado Caballero de la Real y Distinguida Orden de Isabel la Católica y propuesto para la Gran Cruz de Oro de la Real Orden de Carlos III. En la Escuela Provincial de Bellas Artes de Córdoba obtuvo diploma de primera clase y medalla de oro, en dibujo lineal y artÃstico. Fue nombrado miembro de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.
En el curso de la preparación de su libro "Montilla, apuntes históricos" continuó sus investigaciones arqueológicas con un grupo de historiadores sobre diferentes materias. Asà visitó los parajes de Los Llanos de Banda, con el Marqués de Salvatierra, y cotejaron sus pareceres sobre la trascendente Batalla de Munda ya que Salvatierra la situó en su libro "La Munda de los romanos" en Ronda (Mälaga).
Colaboró con publicaciones locales como "El Aviso" y "El Fomento", insertandoi en ambos artÃculos y trabajos de historia. Ganó por oposición en 1897 la dirección en un colegio de niños de Sevilla, desde cuya fecha vivió en esta ciudad en la que fallecerÃa su esposa Purificación Polo en 1912. En la ciudad Bética dirigió la revista de enseñanza "La Información". Fue secretario de la Sección Pedagógica del Ateneo de Sevilla de 1904 a 1909. Ganó dos acéssit, una en los juegos florales convocados por la Sociedad Económica de Amigos del PaÃs de Córdoba en 1901, y otra en 1905, en los juegos florales organizados por la Sociedad de Excursionistas de Sevilla, por un trabajo sobre pedagogÃa.
Morte Molina, sin ser montillano, demostró poder considerarse como tal, no solo por su vÃnculo matrimonial sino por su amor a nuestra ciudad, de la que nos dejó la herencia de una historia patrimonial para mayor conocimiento de sus raÃces. Además de los "Apuntes históricos de Montilla" (1888) escribió "Breves nociones sobre las Ciencias FÃsicas Naturales" (1883), "Por variar de domicilio" (1886),"El manuscrito inédito: importancia y necesidad de las Escuelas de Párvulos y organización de las mismas" (1883) y "Resumen de las Ordenanzas Municipales de la ciudad de Sevilla" (1905). Murió en Sevilla en 1918.
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